Podemos diferenciar dos tipos de afectos: los sociales, como el apego, la amistad y el sistema de cuidados, que tienen un gran peso desde la infancia hasta la muerte; y los afectos sexuales, cómo el deseo, la atracción y el enamoramiento, que podrían darse de alguna forma en la infancia, pero que aparecen con toda su fuerza en la pubertad y en la adolescencia, permaneciendo activos el resto de la vida.
En este libro se analiza hasta qué punto el efecto es una necesidad en el ser humano: todos lo necesitamos para sobrevivir. También se aborda en qué modalidades pueden desarrollarse las diferentes relaciones afectivas a lo largo de la vida humana y la trascendencia que tiene esos procesos en nuestras relaciones futuras.